Una alumna de una escuela de San Isidro, Valle Viejo, fue víctima de bullying y acoso sexual por parte de un compañero. La escuela convocó a los padres solo tras la presión de la madre.

sábado, 4 de octubre de 2025

Una niña de 11 años, quien concurre al establecimiento educativo en San Isidro, que no será identificado para proteger a la pequeña, fue víctima de bullying reiterado, que alcanzó su punto más grave el jueves con acoso sexual dentro del establecimiento escolar por parte de un compañero de la misma edad.

La mamá de la niña denunció públicamente que ha sufrido hostigamiento constante por parte de varios de sus compañeros mediante mensajes de WhatsApp a su teléfono celular, en los recreos y horas de clases, los que principalmente están relacionados con su aspecto físico. Además, expuso que la institución nunca actuó de manera efectiva ante los incidentes. 

Fue la madre quien buscó respuestas y, ante la falta de acción, amenazó con acudir a los medios de comunicación, momento en el que finalmente la escuela intervino.

Como consecuencia del grave acoso y la presión de la madre, la dirección de la escuela suspendió una salida recreativa prevista para ayer y convocó a todos los padres a una reunión urgente, según el comunicado institucional al que este medio tuvo acceso.
 En este, los directivos señalaron que “las situaciones que se presentaron exceden todos los límites aceptables” y que “el nivel de violencia alcanzado resulta extremadamente grave”. A la par, solicitaron la colaboración de los tutores para que los hechos no se repitan.

“No queremos que esto termine en una tragedia, pedimos que se actúe antes de que sea demasiado tarde”, señaló un allegado.
La situación plantea una grave responsabilidad institucional. El Estado a través del sistema escolar debe garantizar la protección y el cuidado de los niños, sin embargo, en este caso la víctima parece haber quedado sola frente a una violencia que avanza impune. 
Como lo sostienen los especialistas en educación y psicología infantil, el bullying no es un “juego de chicos”, es un delito social que vulnera derechos básicos y que puede tener consecuencias irreversibles en la salud emocional y física de las víctimas, por lo que una intervención temprana de las autoridades educativas es fundamental para garantizar entornos seguros y respetuosos.